
Inicios y educación:
Aldo Demeris nació en Sri Lanka y creció en el seno de una familia cristiana devota, lo que le llevó a profundizar en el estudio del cristianismo desde muy joven. Con sus títulos universitarios en economía y comercio, tuvo la oportunidad de trabajar en Arabia Saudí, donde comenzó su camino hacia el islam.
Conceptos erróneos y cambio:
Aldo creía inicialmente que los musulmanes eran idólatras que adoraban la luna debido a su aguda observación de la luna creciente al principio de cada mes lunar. Esta idea errónea era totalmente infundada y se debía a su educación en un entorno cristiano devoto. Al principio no comprendió que esta práctica era crucial para determinar el comienzo de los meses islámicos y poder realizar las obligaciones religiosas, como el ayuno y la peregrinación, en los momentos correctos.
Impresionado por la conducta islámica:
Al llegar a Arabia Saudí, a Aldo le impresionó ver cómo cerraban las tiendas y la gente se dirigía a las mezquitas para rezar a la llamada del Adhan. Aldo comenta: "Esta escena me cautivó, pues reflejaba el profundo significado de los corazones de los musulmanes y el orgullo que sienten por su religión". También se percató del trato amable que recibía, lo que le hizo reflexionar sobre el porqué de esa orientación colectiva hacia la religión.
El comienzo con el Corán:
Aldo empezó a buscar una copia traducida de los significados del Corán. Cuando encontró uno con un amigo musulmán, se lo prestó y empezó a leerlo atentamente. Aldo dice: "Permanecí absorto en la lectura del Corán hasta la llamada a la oración del alba, y oí al almuédano llamando a la oración. Se me llenaron los ojos de lágrimas y no pude evitar hacer la ablución y rezar como había visto hacer a los musulmanes."
Tomar la decisión:
Aldo decidió formalizar su fe abrazando oficialmente el Islam para poder visitar la Kaaba y la Mezquita del Profeta. Recurrió a un amigo musulmán para que le orientara sobre cómo declarar su conversión. En presencia de un juez de la Sharia, proclamó su Islam y eligió el nombre de "Mohammed Sharif".
Llamar a otros al Islam:
Mohammed Sharif no se detuvo en su propia conversión; sintió el deber de llamar a otros al Islam. Dice: "Sentí que tenía un deber que cumplir, que era ayudar a guiar a otros, especialmente a aquellos en los que había influido para que profundizaran en su fe cristiana". Con su perseverancia y su manera tranquila de dialogar, consiguió convencer a su familia y a muchos de sus parientes de que el Islam es la verdadera religión.
Retos y actividades:
Mohammed Sharif se enfrentó a muchos retos, pero continuó con su misión. Dice: "Pude guiar a un amigo sacerdote que, tras convertirse al Islam, se convirtió en uno de los creyentes más entregados. También logré guiar a mis antiguos alumnos, la mayoría de los cuales abrazaron el Islam".
Su visión de la predicación islámica:
Mohammed Sharif cree que la predicación islámica carece aún de muchos elementos esenciales, como la escasez de literatura y publicaciones que inviten a la gente al islam. También señala la necesidad de adoptar métodos tácticos en la predicación, empezando por explicar la esencia del islam y aclarar que Jesús (la paz sea con él) es un profeta enviado por Dios.
Consejos a los musulmanes ricos:
Mohammed Sharif aconseja: "Los musulmanes ricos deberían tomar la iniciativa de imprimir traducciones de los significados del Corán y libros que aborden la esencia de las creencias islámicas en diferentes idiomas". Subraya que el apoyo a las actividades de predicación no debe limitarse a los gobiernos y las organizaciones, sino que debe implicar también a los ricos.
Conclusión:
A través de estos detalles y diálogos, se pone de relieve la trayectoria de Aldo Demeris, que pasó de ser un devoto pastor cristiano a convertirse en un entregado predicador islámico, mostrando el poder del Islam y su capacidad para atraer a los corazones que buscan la verdad.