
Vida temprana y antecedentes:
El pastor Isaac Helal Maseeh nació el 3 de mayo de 1953 en el pueblo de Al-Bayadiya, en el distrito de Malawy de la gobernación de Minya. Creció en el seno de una familia cristiana ortodoxa que le inculcó desde pequeño un odio profundamente arraigado contra el islam y los musulmanes.
La primera transformación:
Isaac comenzó a estudiar las vidas de los profetas, lo que encendió un conflicto intelectual interno. Sus preguntas causaron problemas entre los estudiantes, lo que llevó al Papa a nombrarle pastor dos años antes de lo previsto, en un intento de silenciarle otorgándole altos cargos religiosos. Fue nombrado jefe de la Iglesia Ideal Cristiana de Sohag y presidente honorario de la poderosa asociación evangelizadora "Salvar Almas" de Egipto.
Interés por el Islam:
A pesar de los prestigiosos cargos que ocupaba, la curiosidad de Isaac por el Islam no disminuyó. Empezó a leer e investigar sobre el Islam en secreto. Le pidieron que preparara una tesis de maestría comparando religiones. Mientras preparaba su tesis, señaló la veracidad de la profecía del Profeta Muhammad (la paz sea con él), lo que provocó las objeciones de sus supervisores, que finalmente retiraron su tesis.
En busca de la verdad:
El 6 de agosto de 1978, mientras se dirigía a celebrar la fiesta de la Virgen en Alejandría, Isaac se encontró con un chico que vendía folletos islámicos en el autobús. El chico se negó a darle un libro porque era pastor. Este incidente despertó la curiosidad de Isaac, lo que le llevó a perseguir al chico hasta que consiguió dos libros, uno de los cuales era "Juz Amma". Cuando leyó la sura Al-Ikhlas, resonó profundamente en él, proporcionándole consuelo psicológico y tranquilidad.
Contemplación y reflexión:
Mientras estaba sentado en la silla de confesión, se acercó una mujer pidiendo perdón por sus pecados. Cuando Isaac levantó la cruz para absolverla, recordó la frase "Di, Él es Alá, [que es] Uno" y se vio incapaz de hablar. Fue a ver al obispo y le preguntó quién perdonaría sus pecados. El obispo le respondió que era el Papa quien perdonaba. Esta conversación le hizo reflexionar sobre la verdadera naturaleza de la religión.
Tortura duradera:
Se tomó la decisión de encarcelarlo en el monasterio de San Mena, en Wadi El-Natrun. Isaac sufrió graves torturas, como palizas diarias con un palo y condiciones inhumanas. Le obligaron a cuidar cerdos y a utilizar un palo de escoba como medio de humillación. Durante este periodo, Isaac continuó su búsqueda de la verdad.
El Gran Descubrimiento:
Un día, Isaac vio al monje mayor rezando en secreto la oración musulmana. El monje le pidió que guardara el secreto, lo que le hizo plantearse seriamente el islam.
Declaración oficial:
Tras un periodo de profunda reflexión, Isaac decidió abrazar el islam. En septiembre de 1979, durante un viaje misionero a Sudán, vio a uno de los nuevos conversos rezando la oración musulmana y declaró la Shahada en su presencia. Regresó a Egipto intentando declarar públicamente su islamismo, pero se encontró con una fuerte resistencia por parte de la Iglesia.
Obstáculos y retos:
Tras declarar su islamismo, Isaac entregó todas sus posesiones a la Iglesia. Se enfrentó a tres intentos de asesinato por parte de sus familiares, incluido un tiroteo que provocó la extirpación de su riñón izquierdo. Vivió en condiciones difíciles tras ser despojado de todo por la iglesia, y se enfrentó a una vigilancia y acoso constantes.
Dificultades de salud:
Debido a la tortura, Isaac sufrió graves problemas de salud. Se sometió a más de quince intervenciones quirúrgicas, incluidas operaciones de próstata, que resultaron infructuosas. Su estado de salud requería cirugías estéticas y dilatación ureteral, pero no podía permitirse los costes del tratamiento.
La vida después del Islam:
Isaac se trasladó a Arabia Saudí, donde trabajó en el Colegio de Da'wah y Fundamentos de la Religión. Siguió llamando a la gente al islam y difundiendo sus enseñanzas, subrayando que la verdadera fe nace del corazón y que el islam es la verdadera religión.
Conclusión:
Isaac Helal Maseeh concluye su relato afirmando que el Islam libera a las personas de cualquier servidumbre excepto la de Alá. Su decisión de abrazar el Islam fue el resultado de una larga búsqueda de la verdad y fue la mejor decisión de su vida. En la actualidad, Isaac es un activo predicador del Islam, que subraya la importancia de buscar y reflexionar para alcanzar la certeza y la verdadera fe.